Quien haya leído la monumental obra de Alejandro Dumas, saldrá satisfecho. El que no la haya leído, comprará el libro.
Hay que señalar que la promoción ha sido bastante escasa en relación con otras que nos ofrece la cartelera como por ejemplo la próxima Alien: Romulus. Sien embargo, parece que el boca a boca está llevando a que público vaya llenando las salas.
La película, dirigida por Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière, los mismos que han llevado con fortuna a la pantalla grande la adaptación de Los Tres Mosqueteros (Los tres mosqueteros: D’Artagnan, y Milady), nos ofrecen una obra que roza la perfección: fidelidad al texto de Dumas, diálogos bien construidos, personajes creíbles y muy bien interpretados (Pierre Niney, Bastien Bouillon, Patrick Milley, Anaïs Demoustier, Pierfrancesco Favino), escenas de acción las justas, ofrecen un thriller muy bien ambientado.
Sin duda, la mejor versión realizada hasta la fecha, muy superior a la que Hollywood nos trajo en el pasado. El cine francés ha elevado la cinematografía con esta película a un nivel muy sorprendente.
Edmundo Dantés, un marino que vislumbra un futuro bendecido, en compañía de una novia a la que adora y quiere desposar, se ve envuelto en las desventuras del destino justo el día de su boda, al ser denunciado como agente bonapartista y conspirador al rey. Es encarcelado injustamente siendo inocente y padece el encierro en una prisión denominada el Castillo de If, donde providencialmente conoce al Abad Faria, quien antes de morir le comparte un secreto: existe un tesoro escondido en la isla de Montecristo. De forma rocambolesca consigue huir tras catorce años de encierro, encuentra el tesoro y se convierte en el Conde de Montecristo.
Desde aquí, la trama va tejiendo una historia de venganza, como los personajes se ven inmersos en los vericuetos de la ambición y las contradicciones de alguien que se ennegrece su alma a cada paso que da para conseguir humillar a los que le mandaron a la prisión.
Dumas nos ofrece una reflexión sobre las dos cara de la venganza: es lo que le permite a Dantés sobrevivir durante catorce años en un pozo de la prisión y, una vez se escapa, como cae en el pozo de la amargura, sin ningún astibo de felicidad salvo culminar su anhelo: vengarse.