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Basura electrónica

La ONU emite periódicamente un informe sobre los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), la chatarra electrónica en lenguaje coloquial. Los datos del año 2018 indican que en todo el mundo se generaron casi 50 millones de toneladas de esta chatarra. Estos desechos electrónicos son los que más rápido crecen en el mundo, y plantean peligrosos riesgos sociales y medioambientales.

Cerca de la mitad de toda la basura electrónica está formada por dispositivos personales, como ordenadores, pantallas, móviles, tabletas y televisores. El resto está compuesto por electrodomésticos más grandes, además de equipos de calefacción y aire acondicionado.

Sin embargo, antes de seguir escribiendo, hay que señalar que el móvil, frigorífico, ordenador, pantallas,… que están en casa son absolutamente seguros para las personas.

Quizás no se visualice bien lo que significan esas casi 50 millones de toneladas de desechos. Pero si se intenta pensar en todos los aviones fabricados en la historia, quizás ya tengamos una visión más clara del volumen que ocupa. O, quizás, pensar en 4.500 Torre Eiffel.

Según el informe Gobal E-waste Monitor publicado en 2017, se calcula que la chatarra electrónica del mundo contiene más de 55.000 millones de euros en materiales como el oro, cobre, cadmio o hierro. Para visualizar esta cantidad hay que pensar que es tres veces la producción de las minas de plata del mundo. O que supera el PIB de 123 países. Se han tirado entre 10.000 y 18.000 millones de euros solo en oro o cobre.

Algunos de estos elementos son los llamados «metales de tierras raras» y se usan en baterías, lentes de cámaras fotográficas, pantallas de radiología, etc. Estos elementos pueden recuperarse, reciclarse y usarse como materia prima secundaria para nuevos productos. El PNUMA (Programa Naciones Unidad Medio Ambiente), estima que solamente el 20% de la chatarra electrónica se recicla. Al mismo tiempo, estima que para 2050 llegaremos a las 120 millones de toneladas de desechos.

Un móvil actual contiene, de media, unos 60 elementos, principalmente elementos pesados, muy valorados en la industria electrónica. Sin embargo, en 2016 fueron desechados 435.000 toneladas de estos aparatos, con un valor de unos 8.000 millones de euros.

El reciclaje de estos elementos de alto valor económico, se ha convertido en una fuente de ingresos en ciertos países en vía de desarrollo. Según la OIT, se calcula que solamente en Nigeria hay 100.000 personas trabajando en el llamado sector de la basura electrónica. En China esa cifra se estima en una 700.000.

Los controles sobre la exportación de los grandes países “productores” de chatarra electrónica, no son muy eficaces. Un reciente estudio concluyó que, en Nigeria se encontraron 60.000 toneladas de basura electrónica que fueron ilegalmente enviadas al país en 2015 y 2016. Se ha detectado que mucha de esta chatarra se esconde en coches de segunda mano que se exportan.

La ONU está financiando proyectos para apoyar la industria del reciclaje de la basura electrónica en Nigeria y en 13 países de América Latina. Pero aunque haya partes que puedan repararse o directamente usarse en productos de segunda mano, es probable que también se conviertan en basura electrónica, indica el estudio.

El pasado año había más de 8.000 millones de dispositivos conectados a internet, estimándose que para 2020 serán más de 20.000 millones, según la agencia Gartner. Entre estos dispositivos se encuentra la nueva generación de electrodomésticos conectados a internet, como frigoríficos, lavadoras, aire acondicionado o robot de limpieza.

Entonces ¿qué hacemos para evitar que aumente los RAEE?

Según los expertos hay que cambiar los hábitos de consumo en este aspecto. El informe demanda una nueva visión basada en la economía circular y la cooperación entre grandes empresas, pymes, consumidores, instituciones y el mundo académico.

Esta economía circular debe partir de la reutilización y reciclaje de los materiales de lo dispositivos electrónicos. Incluso, del mismo dispositivo. Y esto pasa por una educación sobre su utilización. Enseñar a comprar el dispositivo que se adapta a nuestra necesidades. No sucumbir a la expectativa «de lo último es lo mejor».

Necesitamos cambiar los hábitos cuando prevemos que en 2050 se generen 120 millones de toneladas de basura electrónica si no hacemos nada. La reutilización y reciclaje serviría, también, para reducir los costos para los consumidores, entre un 7% en 2030 y un 14% en 2040.

Al mismo tiempo, el informe de la ONU incide en que, si se desarrolla adecuadamente, el empleo de la economía circular en la electrónica y en el sector de la basura electrónica podría crear millones de puestos de trabajos en todo el mundo.

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