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CRISIS CLIMÁTICA (3)

 

EL COSTE DE LO DESASTRES DEL CALENTAMIENTO GLOBAL

El calentamiento global del planeta avanza de forma inexorable hacia esa barrera de un aumento 1,5º de las temperaturas. Este aumento, según el IPCC, traerá consecuencias para los habitantes del planeta. Las medidas que habría que tomar para evitarlo, tendrían repercusión directa en las condiciones materiales de vida de las personas. No solo en las directas: menos mortandad, mejor meteorología, menos desastres naturales,…

Es ese capítulo, el de los desastres naturales ocasionados por el cambio climático, con sus consecuencias económicas, al que no se le presta atención. Los miles de millones de euros que cuestan los desastres naturales, se detraen de necesidades reales de la vida de las personas. En el año 2018, los desastres naturales relacionados con el cambio climático le pasaron una multimillonaria factura al planeta. No solo ocasionaron muerte y destrucción o el desplazamiento de cientos de miles de personas. También tuvieron un fuerte impacto económico.

La organización británica Christian Aid ha publicado un informe en el que identificó algunos de los sucesos climáticos más extremos de 2018, todos ellos con un impacto económico por encima de los 1.000 millones de euros. Hay que señalar que estas cifras se refieren, en la mayoría de los casos, a las pérdidas aseguradas, no teniendo en cuenta ni los costos de la productividad o propiedades no aseguradas.

* Los huracanes Florence y Michael en EE.UU.
Coste Florence= unos 15.000 millones €
Coste Michael= unos 12.000 millones €
El número de huracanes que se formaron en el Atlántico norte durante 2018 estuvo por encima del promedio. Florence registró un récord de lluvias en Carolina. Michael fue la tormenta más extraordinaria en Florida, siendo la cuarta más fuerte en la historia de EE.UU

* Incendios en California
Coste del incendio en Camp(California)= unos 8.000 millones €
Coste del incendio en Woolsey (Georgia)= unos 2.500 millones €

En noviembre de 2018 se desató el incendio más mortal del país en los últimos 90 años y el más destructivo en la historia en California. 14.000 viviendas destrozadas, 85 personas murieron y cientos de desaparecidos. Este incendio ocurrió, en parte, debido al bajo nivel de lluvia de 2018, que refleja cambios en el clima durante las últimas décadas.

* Sequía en Argentina
Coste= unos 5.000 millones de euros

Entre noviembre de 2017 y abril de 2018, Argentina tuvo un promedio de lluvias por debajo de lo habitual. En algunas zonas del país llovió menos del 50% de lo normal. La producción de soja y maíz cayó a mínimos históricos. Hay que señalar, que la producción de estos dos cereales representa el 37% de la exportación argentina.

* Sequía en Europa
Coste= unos 6.000 millones de euros.

El verano de 2018 en el hemisferio norte rompió récords de altas temperatura en varios países como República Checa, Reino Unido, Dinamarca y Suecia. Se calcula que el calor causó la muerte de 1.500 personas en Francia, 250 en Dinamarca y unos 30 en España. La sequía y el calor también causaron incendios mortales en Grecia. Esta tremenda ola de calor que azotó el norte de Europa, la mayor en décadas, está haciendo mutar el color de los bosques. Los campos y ríos se secaron y los incendios arrasaron el paisaje. La ausencia de lluvia está devastando los cultivos, y se calcula que más de la mitad de las cosechas se han perdido en algunas zonas. El precio de patatas y cereales se ha disparado en Europa. Por ejemplo, en la lonja de León, la patata se cotizaba en marzo de 2018 entre 80-120€/t y en septiembre entre 250-280€/t.

* Escasez de agua en Ciudad del Cabo (Sudáfrica)
Coste= unos 1.000 millones euros.

A comienzos de 2018, Ciudad del Cabo enfrentó la mayor sequía que jamás se había registrado y estuvo a punto de ser la primera gran ciudad del mundo en quedarse sin agua. La sequía fue el resultado de tres años con pocas lluvias, algo que normalmente ocurre menos de una vez cada 100 años, pero que se ha vuelto más frecuente debido al cambio climático.

Sólo cinco ejemplos de cómo afectan los desastres naturales a las economías de los países y de las personas. Desastres naturales siempre han existido, pero ahora se están agudizando por la acción del ser humano sobre el planeta. Es necesario tomar medidas drásticas si queremos frenar ese camino hacia el aumento de la temperatura del planeta.

Fallecimientos, desplazamientos para cientos de miles de personas, enfermedades que se convierten en crónicas y un largo etcétera. Entre estos alarmantes datos se abre camino la esperanza. Cada día más personas son sensibles al problema y demandan soluciones. Y estas no pueden ser otras que reducir la emisión de gases contaminantes, intentando frenar el calentamiento global.

La producción de energía debe estar basada en la generación de energías renovables que tenga el respaldo de base (cuando no hay sol, lluvia o viento), en otras no contaminante como la nuclear.

A este respecto, hay algunos que abogan por el almacenamiento para compensar esos períodos en que no funcionen las renovables. Se ponen ejemplos de otros países que si lo están haciendo. Sin embargo, las comparaciones no son adecuadas porque olvidan las realidades de cada país. En una conversación que pude mantener con María Jesús del Río, experta española en energía renovable, era muy clara al respecto. Sobre esta posibilidad de almacenamiento de energía, decía:

«Hay alguna tecnología, pero a día de hoy hay muy pocas posibilidades de almacenar energía a largo plazo, que es lo que hace falta para un escenario 100% renovables. Tenemos que tener en cuenta que las renovables son caprichosas, dependen del recurso existente en cada momento (sol, viento, agua). Si nos plantásemos con un escenario de 100% renovables en un otoño como el de 2017, que no había llovido nada y los pantanos estaban al 30%, y también hubo menos viento de lo habitual, y en otoño hay menos sol, habríamos tenido escasez de producción de todas las tecnologías principales. Sin un almacenamiento eficiente y a largo plazo, no sería viable. Por eso a día de hoy solo los países con un gran potencial hidroeléctrico como Noruega o Costa Rica (que también tienen mucha menos población que España) están cerca del objetivo de 100% renovables.

»Esto es debido a que la única tecnología de almacenamiento a largo plazo que es eficiente es el almacenamiento de agua. O bien en embalses estándar, o bien en embalses reversibles. Estos últimos son un conjunto de dos embalses, uno inferior y otro superior junto con una tecnología que permita subir el agua de uno a otro. El agua se transporta del inferior al superior en momentos de baja demanda, y se desembalsa el de arriba cuando haya demanda alta. En Noruega tienen muchas de este estilo, y de hecho Dinamarca almacena su exceso de producción de eólica en las centrales reversibles noruegas. En España también hay algunas: Cortes-la Muela, en Valencia (en la imagen), que utiliza la nuclear de Cofrentes y es una de las de mayor potencia del mundo; Gorona del Viento, en el Hierro, que utiliza un parque eólico; los embalses de Baserca y Llauset; Villarino; etc. Pero para hacer este tipo de centrales hacen falta dos cosas: una orografía que permita el doble embalse y agua, y en España el agua cada vez va a ser más escasa, así que la potencia hidroeléctrica está ya al límite».

Por otro lado, las ciudades pueden hacer mucho por la salud de las personas, reduciendo el transporte privado, favoreciendo el público, buscando alternativas a la movilidad de los ciudadanos. Es decir, hay que redefinir el concepto de movilidad. Las ciudades marcarán la evolución de la movilidad desde «un producto que adquirimos y usamos de manera completamente ineficiente hacia servicios que utilizamos cuando los necesitamos”, en palabras del profesor Enrique Dans.

 

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